lunes, 26 de abril de 2010

Donacion Servas Cordoba

El dia 25 de abril del 2010 se reanudaron las visitas al hospital/asilo de San Francisco del Chañar a donde concurrimos Amalia Maffeis y Matias Capello por Servas Región centro llevando ropa, yerba, azucar, masitas, golosinas y compañía, fuimos recibidos con alegría y nos transmitieron ademas de sus problemáticas individuales, mucho cariño, la jornada fué extensa porque partimos de Córdoba a las 7:30 de la mañana y regresamos a las 20:00 aprox. pero nos reconfortó el poder asistir material y espiritualmente a todos esos seres humanos que en su mayoría están olvidados por la sociedad, prometimos regresar el 16 de mayo pxmo. para visitarlos nuevamente, en esa oportunidad les llevaremos además de cumplimentar algunos pedidos puntuales, yerba, azucar, masitas, golosinas, alfaljores, en fin todo lo que podamos para paliar aunque sea en parte sus falencias, creemos que con esta actividad estamos cumpliendo con uno de los objetivos de Servas que es la ación solidaria.

miércoles, 21 de abril de 2010

SYLE (Servas Youth Lenguages Exchange) en Australia

Todo relato tiene un principio y este comienza en mi querido País. Después de increíbles encuentros, tanto en Córdoba, como en San Luís, con distintos miembros y amigos de SERVAS de Argentina, surgió un disparador: el programa SYLE (SERVAS YOUNGH LENGUAJE ESPERENCE).
Así que motivados por propios sueños y objetivos como también por estos amigos, comenzó una etapa de organización con la coordinación de Pablo Chufeni, quien fue el que nos presento con las que en un futuro pasaron a ser mis Familias Australianas.
Comenzamos con las redacciones de e-mails y los primeros pasos dentro de este programa de aprendizaje. Tuve la suerte de que David Watts y Elizabeth (anfitriones en Adelaida) tiene muy buenos conocimientos del español y los mails eran escritos en ambos idiomas por miedo a cometer errores que prestaran a la confusión. Por otra parte con Lindsay y Judy la comunicación era solo en ingles.

Paralelo a todo esto en Córdoba comenzaron mis clases de ingles con mi profesor John, Neocelandés con millones de historias de vidas vividas por contar, lo que me puso en sintonía con el ingles, tratando de amortiguar este desafió que estaba apunto de comenzar.

Todo se sucedió según lo planeado y en el momento menos pensado ya estaba sentado en el avión de Aerolíneas Argentina rumbo a Buenos Aires, después de haber saludados a los míos en el Aeropuerto de Córdoba, y llenarme la mochila de hermosos recuerdos y todas esas sonrisas, besos y abrazos.

Ya en Ezeiza (Bs As.) no podía controlar la ansiedad para que esas ocho horas de espera llegaran a su fin, pero todo se sucedió y Sydney me estaba recibiendo luego de haber tenido una parada en Auckland, Nueva Zelanda.

Por suerte los aeropuertos no eran un lugar desconocido para mi y tuve una salida justo a tiempo, ya que tenia solamente una hora para tomarme mi vuelo de cabotaje hacia el destino final, Adelaide. Así que me subí a un colectivo el cual me condujo a la Terminal local de aviones, y en ese momento a la hora de pagar, sentí que hasta respirar salía caro, pero bien lo iba a valer todo al final.

Ya en Adelaide, con dos días de vuelo, con 15 horas de aeropuerto en transito y con un día perdido por la diferencia horaria, comienzo mi salida por la manga del avión y me encuentro con David, que sostenía un cartel que decía: “welcome Julián”, así que nos saludamos, con una fluidez de mi lengua media acartonada y nos dirigimos hacia la calle Fulton St. del barrio de Brighton.

Durante este camino a la morada, pestañar resultaba un crimen, debido a que se podía perder alguno de los miles de detalles que se estaban viendo, uno piensa que este efecto de hipnosis solo dura los primeros momentos, pero no resulto así, segundo tras segundo algo te llamaba la atención.

Ya en casa, nos organizamos un poco y nos fuimos a buscar a Elizabeth la mujer de la casa, que llegaba del trabajo a la estación de trenes del barrio.

La casa, es una casa, simple de corazón gigante y mi lugar en ella era una pieza que David y Elizabeth construyeron con sus propias manos y la de sus amigos. La cual guardaba esos sentimientos de buenos momentos vividos y compartidos que se percibían al ingresar en ella.
También contaba esta con una quinta (corazón verde) la cual nos proveía de los alimentos diarios.

Era viernes, pero para esta familia no era un día mas, sino el día para un ritual muy especial, el cual comenzó desde su casamiento y consiste en compartir una botella de vino espumante y jurarse amor por una semana mas, es decir que tuve el privilegio de vivenciar un tremendo acto de amor con ellos.

Luego llego la hora de conocer a otro integrante de la familia, mi querido amigo Sebastián “el Gato”, con el cual nuestra relación tardo sus buenos días en consumarse.

A la noche llego la hora de la cena y con ella la noticia de que mi ahora familia, era vegetariana. Para un argentino que en su dieta el 90% consiste en comer algún producto derivado de la carne, el asombro fue considerable, pero esa era la parte linda de compartir y solo eran dos semanas.

Al día siguiente fuimos anfitriones de un almuerzo, así que los preparativos nos ocuparon gran parte de la mañana, pero siempre dándonos un lugar para irnos a dar un chapuzón a la playa.

Amante del mar y de la arena, esa ciudad paso a ser un punto clave, ya que cuenta con 30 Km. de playas hermosas y un mar muy calmo que me permitió disfrutar de mi nado por varios días.

En el almuerzo tuve la oportunidad de conoces a su gente, de los cuales había una amiga de años muy simpática que estaba casada con un argentino y dos argentinos que residían en Australia por mas de 30 años. Es raro como esa barrera de edades deja de existir para convertirse en esos momentos inolvidables, ya que entre todos nosotros hacíamos un promedio de edad de más de 65 años.



Se acabaron las presentaciones y llego la hora de poner manos a la obra, así que los días empezaban a las 6 AM. con un muy buen desayuno, después de organizar un cronograma de actividades, 2 hs de estudio por día, al finalizar, chapuzón en la playa, nadar, correr y cuidar mi vida de los famosos tiburones, digo famosos porque en las ultimas semanas habían tenido repetidas apariciones en los noticieros locales. A la vuelta un almuerzo, siesta y playa de nuevo, no solo porque era hermosa, sino porque Adelaide me regalo un record histórico, ya que nunca había hecho un calor de 46 ºC donde hasta el viento te quemaba por mas que estuviera con medio cuerpo en el agua.

Después de la playa íbamos a buscar a Elizabeth de su regreso del trabajo, y a la tardecita a preparar la cena, donde nos íbamos a servir las verduras de la huerta, después seguía el noticiero de las 8 hs previo haber lavado y secado religiosamente los platos, me tomo apenas 2 días saber donde estaba todo la vajilla en la casa. Solo quedaba irse a dormir para estar bien tempranito arriba comenzando el nuevo día.



Uno de estos días de tremendo calor donde el termómetro no se animaba a bajar de los 30 º C, nos pusimos en camino con David hacia el centro a través de un excelente sistema de trenes, llegando al corazón de la misma. Ya en las calles mi asombro fue otra vez superado, ese orden, limpieza y ese respeto por las cosas publicas, cosas tan simples y que tienen un valor inalcanzable, valorada por nosotros, desapercibidos por ellos.

Los parques que abrazan este centro histórico, le dan a la ciudad una sensación de paz y tranquilidad, su universidad, museos, iglesia, el campo de criket “el Ovalo” único con esa forma en Australia, son iconos de Adelaide. Luego de haber surcado estos caminos nos condujimos hacia el trabajo de Elizabeth donde realizamos una parada técnica, para reponernos del extremo calor. De allí nos separamos, yo siguiendo con el descubrimiento de esto tan lindo, pero ahora solo. Así que tuve que poner en practica todas las enseñazas de mis últimos días, las cuales no me dejaron del todo conforme, debíamos seguir trabajando y mucho.

Los días se desarrollaban empezando con un buen desayuno, 2 hs de clases de ingles, aprovechando el frescor de la mañana, donde tuve el privilegio de conocer a Ruper un Oso de unos 70 años el cual nunca crece, personaje de un libro de cuento para niños, el cual leía todos los días.

Sin darme cuenta lo que a veces parecía forzado y pensado a la hora de hablar se tornando menos dificultoso y con mas fluidez, lo que hacia notar nuestras horas de trabajo. A esta actividad le seguía la clásica ida a la playa, que ya no solo era a la mañana sino que se le sumaba la siesta y a la tarde, para poder contrarrestar el calor, ya ahora el termómetro se encontraba cómodo en los 40 ºC, también tuve que cambiar las actividades deportivas debido a que correr era algo casi insoportable, por lo que el agua era el escenario principal.

Como actividades cotidianas también se encontraban, el colaborar en la elaboración de las dos comidas, tareas en nuestra querida huerta, buscar a Elizabeth, ver el noticiero, la infaltable tarea de lavar y secar los platos, ya para ese entonces un repasador llevaba mi nombre.

Las actividades cotidianas dieron paso a las actividades de fin de semana, así que entrado el sábado me dirigí al centro a mezclarme entre un centenar de niños de todas las edades con sus familias, y a celebrar de un desfile con bandas musicales, de la policía; militares; escocesas, payasos, gente con disfraces, todo con el motivos de las fiestas navideñas, siendo los Reyes Magos y Papá Noel los encargados del cierre.



Luego de ahí me subí al tren camino a casa, donde me esperaba todo el set de picnik armado. En el auto nos dirigimos a un lugar turístico a una hora y media de viaje hacia el sur-este, atravesando colinas, cubiertas por millares de plantas de vid y bodegas, grandes y pequeñas.
Llegamos y nos ubicamos en un parque muy lindo con vista al mar, ese era uno de mis primeros contactos con la naturaleza y me sorprendió la cantidad de pájaros y animalitos que había.



Para realizar una buena digestión nos fuimos a caminar a una isla la cual estaba comunicada por un puente donde circulaba un tranvía impulsado por caballos de raza percherones de un porte admirable.
Siguiendo con el tour, nuestro próximo destino era la casa de una familia amiga que vivía en el medio del campo Australiano.
Al entrar a la morada no podía concentrarme en saludar a las personas, ya que toda mi atención estaba puesta en un cangurito bebe que tenían de mascota. El comportamiento de este maravilloso animal no era al que yo me podía imaginar, por lo que fue una grata sorpresa, luego me mostraron otros animales, como el possum (parecido a una comadreja), un lagarto reptil, como una iguana pequeña llamada barba de dragón, el cual me dio bastante impresión pero me anime a tocarlo.
..





El día se termino, pero indudablemente se grabo en lo profundo de mi corazón, ya que tuve una oportunidad única de ver a un canguro y esos animales de la mejor manera.

El domingo fue un día movido de mucha playa, de conocer a nuevas personas, como los papas de Elizabeth, típicos abuelos, muy amables, donde compartimos una linda charla y empezaba a notar que el ingles comenzaba a jugar de mi lado y no en contra mía como me tenia acostumbrado. Lo mismo sucedió a la tarde en la playa, donde un grupo de niños se me acerco a hablar algunas palabras en español, gracias a mi remera de la selección de España, luego se sumaron los padres lo que fue muy lindo poderme apartarme de la burbuja de comodidad de la familia y conocer otra gente.

Empezando la semana, las actividades típicas y esas horas de estudio sentados en la galería, se cambiaron para ir a una reserva en el medio de las montañas, pero primero el clásico partido de Rugby de los fin de semana, el cual lo veíamos diferido el lunes por la mañana.

Terminado el partido y ya listos para partir, salgo y me encuentro que nos esperaba calentado motores el minicouper de los años 50, de color blanco con techo negro con tapizado de cuero, tipo vaca lechera, que nos llevo a la reserva nacional.
Para mi asombro estaba lleno de canguro, de todas las especies, tamaños y colores a los que tuvimos la oportunidad de alimentar y tocarlos.



También vimos a los famosos Dingos, una especie de perro-lobo salvaje, Demonios de Tasmania, Puerco Espines, Emus (avestruces), los hermosos Wombas otro animal único de Australia, pero los vedettes de la reserva eran los Koalas, así que luego de esperar su aparición en escena, obtuvimos la tan ansiada foto y la oportunidad única de tocarlos.













De vuelta por esas colinas verde azuladas, por el color de la vegetación mezcladas con las hojas de los eucaliptos, nos fuimos cruzando con unas vistas increíbles de la ciudad de Adelaide y con una carteleria de señalización de lo más particular.

Ya en mis últimos días en Adelaida me ocupe de conocer los iconos de la ciudad, por lo que el puerto fue mi destino, luego de una seria de peripecias atravesadas para encontrar el puerto, ya que tuve que tomar trenes, colectivos y caminatas, donde surgieron anécdotas graciosas y una vez mas , Argentina, el fútbol y Maradona me ayudaron.

Mi estadía en esta hermosa familia Watts, llegaba a su fin y como pasa siempre cuando uno se encariña, le cuesta horrores dejar ese lindo momento, no saber si la vida te va a dar la dicha de poner esas hermosa gente en frente, personas que ayudaron a cultivar los valores.
Las charlas eran más profundas y las horas se nos escapaban entre risas y pensamientos.

Tuve el placer de ser un invitado de lujo al concierto de Elizabeth, un concierto de música clásica, donde ella participa tocando el corno, instrumento de viento que se usaba en las antiguas batallas de guerras. Así que fueron 3 horas de música, para lo cual no se si estaba tan preparado ya que mis conocimientos no eran lo suficientes, pero muy lindo tener esa oportunidad de ver el acto, de estar en la trastienda y conocer a un rango similar al de SIR (nombrado por la corona, el cual era el director de la orquesta)

Llego el día de seguir camino en busca de nuevas experiencias, nueva gente y haber puesto en mi mochil los más hermosos recuerdos, sonrisas y verdaderos amigos.

Era el tren, el encargado de depositarme en la ciudad de Melbourne, así que ya embarcados después de esos abrazos que duraron toda una vida, los cuales decían muchas cosas, la maquina se puso en movimiento, atravesando campos, montañas, bosques, un matiz de colores que hicieron que esas 12 Hs. No se sintieran en lo mas mínimos, por momentos me recordaba a mis hermosas campos en mi pampa Argentina.

En la Terminal de trenes, me estaba esperando un argentino radicado hace 25 años en Australia. Con el tacto característico argentino, por más que recién nos acabamos de conocer compartimos una semana y media en una de las capitales del mundo entre risas y asados.

La primer actividad fue alistar una bicicleta, mi medio de movilidad de los próximos días con el que fui a conocer toda la costa por la ciclo vía, la cual me ayudo a disminuir mi riesgo, ya que se conduce en Australia por el lado contrario al nuestro. Sin darme cuenta de la distancia recorrida y que la misma era en bajada, recorra toda la costa terminando en el puerto, a la hora de mi regreso note como la bicicleta se ponía pesada el cansancio se iba apoderando de mi.

Los momentos mas notables, fueron las comidas con los hijo tanto de Judy como de Juan, con sus nietos, todos los cuales me hicieron acordar el calor de la familia, para ese entonces tan lejana.



Familiarizado con el entorno y mi barrio, me fui adentrando en el corazón de esta gran urbe, a través del tren, el cual tiene partes subterráneas como a nivel del suelo.




En el tren no tuve mejor idea que sentarme de espalda al avance, no dándome cuenta que atrás mío se encontraba un cartel que indicaba las distintas estaciones de trenes. Confiado en mi oído, ya que una operadora iba cantando las paradas y las combinaciones, este sentido de percepción me jugo una mala pasada, por el cual mi plan de todo el día tuvo que ser modificado y mi tour comenzó por otro lugar.

Empezó con mi parada Cultural-Político, en el parlamento, continuó con la parada Religiosa en la iglesia de San Patricio, la cual era tan grande que no me entraba en una sola foto por lo que tuve que cruzar la calle un montón de veces y así y todo no lo pude lograr.

Después seguí con la parada Deportiva, visitando uno de los campos de Criket mas grandes del país y la villa olímpica donde se realizaron los primero juegos olímpicos del hemisferio sur. En esta villa se estaba construyendo un estadio de fútbol, el cual deslumbro al Ing. Civil que hay en mi, allí también se estaban realizando los preparativos para el master de tenis de Australia.

Parada Ecológica seguía en mi tour, ya que me encontraba en el jardín botánico. Luego llego la parada Histórica-Cultural, pasando primero por un monumento de los héroes de guerra en forma piramidal, seguido por un museo de bellas artes, el cual resulto magnifico.

El centro con esa mezcla de lo antiguo, lo cual se notaba mas alrededor de la estación de tren y el tranvía, con el contraste dado por los rascacielos y la plaza federal, me atraparon y consumieron lo que me quedaba de la tarde, pasando por uno de los barrios mas famosos: el china town, hasta encontrarme con Juan y Walter, con los cuales había arreglado para comer en el centro. Nos dirigimos a una zona de restaurante Italianos, a comer unas buenas pizzas y lo rematamos con un exquisito café.

Llegando el fin de semana las actividades toman un giro pero siempre dando lugar un chapuzón en las playas, ahora de Melbourne, las cuales no le llegan ni a los tobillos a las de Adelaida. Ese día me tuve que volver antes porque había arreglado con un Servas, anfitrión de día, una cena en su casa.
Por lo que a la hora pactada, Nina me estaba esperando en el lugar acordado con su perrito (Ninja). En esta ocasión tuve que volver a poner mi chip de ingles ya que se me había olvidado un poco, sumado a esto en la casa nadie habla ni una palabra de castellano.

Era la hora del arribo de todos los miembros de la familia y los invitados a la cena típica de los viernes, a los cuales mis relatos se repetían una y otra vez, hasta que en las últimas ocasiones y luego de haber incorporado todas las correcciones, se me entendía con mayor facilidad.

Entre esas conversaciones Nina me comenta que como era día viernes ellos celebran una cena con sus familias y amigos Judíos, a lo que me pregunto si tenia algún inconveniente, y yo al contrario, me sentía alagado de poder compartir algo tan importante para ellos.

No tarde un segundo en incorporarme en la mesa donde se encendieron velas en unos candelabros llamativos, se repartieron los gorritos para los hombres, los cuales son un símbolo de respeto ante Dios y comenzaron las oraciones en Hebreo, a lo que solo estaba en condiciones de decir Amen. Después le dimos paso a los rituales culinarios, como un vino dulce tipo mistela, un pan de sabor dulce, platos de entradas los cuales no pude descifrar sus ingredientes, pescado como plato principal, frutas y helado de postre.
En la sobremesa y aprovechando tremenda oportunidad, empezó el ping-pong de preguntas y respuestas, para poder así aprender mas de tan grande religión, la cual tiene un papel relevante en la vida de sus practicantes.
El sábado se paso volando, debido a que el encanto del centro me tuvo atrapado en ella todo el día.
El domingo bien temprano, me tome un tren pero ahora con rumbo a los barrios periféricos de la ciudad, lugares totalmente desconocidos para mi, donde me estaban esperando dos señoritas/señoras de Servas, para seguir a nuestro próximo destino, Moe, un lugar que me sorprendió totalmente y me tuvo bajo ese efecto todo la estadía. Campos en el medio de las sierras, con árboles gigantes de eucaliptos, lagos, praderas verdes de películas y vacas que decoraban esas siluetas, junto con ovejas, y diferentes animales.

Nos dirigimos a uno de estos campos, donde tuve la oportunidad de conocer a Servas de años y de vida que por mas que nos separaran décadas, idiomas, nos unían muchos temas en común. Pasamos una tarde bajo lluvia, con un buen lunch, café y chocolate con una charla de por medio que se graba en lo mas profundo de uno.



Llego el final de Melbourne, saludando a esta gente de corazón gigante, con los cuales hice una base sudamericana en Australia, e hicieron que esos sentimientos de extrañar a mi Argentina se esfumaran y recargara así energías para el próximo destino.

Mis últimas horas en esta ciudad cuadrada como las nuestras, en lo referente a planificación urbanística, con una mezcla impresionante de culturas y de gente, con generaciones de australianos provenientes de los más recónditos lugares del planeta, me daba la despedida al subirme al colectivo camino a mi ultimo destino de este magnifico programa y excusa para conocer todo este abanico de personas que escribieron una pagina en el libro de mi historia.

Luego de 14 hs. de colectivo, no solo fue brusco el cambio climático, debido a que no estaba acostumbrado a mañanas gélidas, sino que también fue brusco el choque con el ingles ya que no existían mas salvavidas que me ayudaran en lo referente al idioma y comenzaba una etapa para lo cual me había preparado en mis stop anteriores.

Nowra, una ciudad pequeña comparadas con las visitadas con anterioridad me recibio con otro ritmo, ya que Lindsay y Judy, tenían planificado una serie de actividades que así lo disponía. Por lo cual apenas apoyada la mochila y luego de haber saludado al jugador estrella de la familia, Timy (el perrito de la casa), nos dirigimos al centro de ayuda social, donde Lindsay es parte de la comision organizativa.

En el voluntariado y luego de una presentacion con todos los miembros, comenzamos a armar los pedidos para la gente. Me sorprendió la organización comparada a la de nuestro país, pero si hay que tener en cuenta que las necesidades de las personas son diferentes.
Fue una mañana que conocí mas personas que en las tres semanas de Australia, gente muy simpática y donde comenzaron las charlas largas y tendidas con Lindsay.

Sinceramente en unas horas en Nowra, después de haber conocido tanta gente y de esas charlas extensas con Lindsay, mi cabeza pedía por favor un descanso, sentí la misma sensación que cuando estudiaba y pasaba las noches en vela para dar mis exámenes de Ingeniero Civil.

En el medio del voluntariado nos encontramos con una cancha de basket, que con mi nuevo compañero de unos 60 años nos pusimos a jugar un rato.

Finalizando esta hermosa actividad y luego de haber tratado de ayudar en lo que se podía, nos fuimos a conocer la ciudad, pasando por la casa de un personaje para cuento para niños, un pirata para mi imaginación, aunque en la vida real era solo un pescador, con el que compartimos un café, con su mujer y sus invitados de Malta (otra forma de conocer el mundo a través de sus personas).

Luego volvimos para el almuerzo con lo que me corrió un frió por la espalda temiendo que sean nuevamente vegetarianos, jajaja, cosa que no fue así.
Llego la hora de reponer energías con una buena siesta, no solo debido al viaje, sino que mi cabeza necesitaba detenerse un rato, me sentía como si hubiera jugado al fútbol 5 hs. seguidas.
Luego ya mas descansados nos fuimos al cumpleaños de uno de los nietos de Judy, donde su casa queda cerca del mar y un lago. Salimos a dar una vuelta por el barrio a la tardecita y no podía creer lo que mis ojos veían, eran canguros por todos lados, en los jardines de las casas, algo irracional hasta ese momento.
Al día siguiente la agenda estaba al rojo vivo y era hora de ponerse en marcha, bien tempranito emprendimos camino hacia el trabajo de Lindsay, para mi asombro, teniente de la fuerza naval de Australia, así que luego de mi reporte en la guardia principal de la base naval, tuve el privilegio de conocer lugares que serian imposibles de ver como turistas hasta como ciudadano australiano.
Aprovechando un tour de colegio secundario al cual me acople, fuimos a conocer las instalaciones, donde jugamos al criket en el gimnasio de alto rendimiento, vimos armas, patrulleros, helicópteros, una torre de control aéreo de la fuerza aérea, el hospital, etc. era un nene mas.

A la tardecita para no perder el ritmo y sumando nuevas caras a mi memoria nos fuimos a un cumpleaños de una amiga donde había más de 30 personas, por lo que estuve charlando con todos de todo.





Voy a contarles de esta ciudad pequeña a tan solo 10 Km. del mar, con una mezclas de pequeños campos, establos, tambos, metidos en el corazón mismo de esta, surcada por el importante río y envuelta por un cordón montañoso que le da un toque de campiña.
Como la costa quedaba lejos nos movimos en auto siendo las playas nuestro primer destino, donde nos deslumbro el color de esas arenas blancas, nada que envidiar a islas paradisíacas, con un bosque de eucaliptos de fondo donde se asomaban canguros y loritos de colores.




Al día siguiente la montaña fue nuestro destino atravesamos pueblitos que dormían en el tiempo, con sus bares y tiendas, hasta llegar a un parque nacional, uno de los miles que se encuentran en Australia, que contiene un gran cañón de los que se forman debido a la erosión, el cual se encuentra cubierto por un denso bosque donde el color verde encandilaba y el silencio trasmite paz.

De regreso, a un costado vimos las instalaciones de un tambo donde decidimos frenas, fuimos muy bien recibidos, por los dueños, los que nos mostraron todo el sistema y nos invito al día siguiente a verlo en funcionamiento, para mi una oportunidad única ya que esa es la actividad principal de mi familia por generaciones y por otro lado también de Lindsay ya que su padre y hermano eran los lecheros del pueblo, así que los dos nos fuimos muy contentos, ansiosos por el otro día.

El domingo se despertaba junto a nosotros, luego de un baño, ponerme mi ropa mas formal, nos dirigimos junto Lindsay a su Iglesia Cristiana. En el auto de camino a nuestro próximo destino mi cabeza no paraba de imaginarse con lo que me iba a encontrar, hasta que se me escapo una pregunta “¿tienen coro? a los que me respondió con una carcajada que duro todo el viaje y me dijo que lo iba a comprobar yo mismo.
En el lugar no paraba de saludar a todos mis compañeros del voluntariado así como a los amigos de la familia de las distintas juntadas. Al entrar al salón principal me encuentro que la iglesia era un solo coro, una banda de rock, así que celebramos la misa, finalizamos con un capuchino y saludando a todos los conocidos. Esta fue una oportunidad única de ver otra religión, vivirlas, entenderlas y quererlas ya que todas persiguen lo mismo.
Luego nos dirigimos a un pueblo vecino debido a que los domingos realizan una feria, como de películas, donde uno puede ver de todo, lugar donde pasamos muy lindos momentos los tres juntos.

Nuestra cita con este tambo de alta tecnología estaba pactada así que hacia allá nos dirigimos, donde pudimos ver como funciona la tecnología de punta y la eficiencia de los recursos. Seguido a esto nos dirigimos a un sistema de represas donde me encuentro con algo, que solo pensé que existía en los libros, tema que me tomaron el un final de mi carrera, esta era la estructura para peses que se coloca en represas, el cual consiste en que los peses superen estos obstáculos (presas) para que no afecte a la especie y ecosistema, tema que casi atenta con el objetivo de recibirme.
Sin darme cuenta llego el 7 de diciembre, día en que nació un grande, o sea yo, el día de mi cumpleaños, cumpleaños que duro como 3 días debido a que lo festeje en Australia con mi nueva familia y en Argentina con los míos con 14 hs de diferencia. Ese día nos fuimos con Judy a comer a un club de bochas, muy distinto a los nuestros, donde fue muy lindo el momento que compartimos. Seguido nos fuimos al centro comunal donde Judy se reúne con sus amigas a jugar al bridge, un juego de cartas parecido al juego de canasta. Después de un par de manos de solo observar me anime a jugar, acompañado por mi suerte tuvimos como resultado un gran desempeño.



A la noche decidimos aprovechar la situación por lo que cocine unas típicas empanadas con un buen vino, finalizada la sobre mesa, mi tarea era alistar mi equipaje ya que al día siguiente nos esperaba Canberra, la capital de Australia.
La ruta era nuestro lugar camino a esta cuidad creada desde cero con el solo destino de alojar a la capital, cuidad ejemplo de planificación, con decir que Brasilia capital de Brasil se baso en ella.
En el camino no podía dejar pasar nada por alto ya que esta ruta atravesaba Australia por lugares impensados, sin participación del hombre y sumándole a esto se encontraba en construcción por lo que en cada segundo encontrábamos un tema de charla con Lindsay ya que ambos somos ingenieros civiles.
También pasamos por un campo de molinos de viento donde se genera energía eolica, es decir un viaje netamente educativo.



Ya en Canberra, cuidad que Lindsay conoce a la perfección debido a sus años vividos en ella, nos pusimos a recorrerla hasta llegar a una casa de Servas que nos estaban esperando, un matrimonio joven con dos nenas preciosas de 8 y 4 años con el cual compartimos una comida espectacular y juegos con las mas pequeñas.
Al otro día sacarle el jugo a esta cuidad era nuestra misión por lo que fuimos a museos tanto de arte como de guerra, miradores, lagos y el famoso edificio del parlamento.
Caída la tarde de regreso en la casa nos esperaba un cumpleaños de 4 años de la pequeña de la familia, con chicos disfrazados por todos lados, globos, guirnaldas, tortas, etc.
Al otro día y luego de despedirnos me toco quedarme un ratito con la nena más chiquita, es muy lindo como se deja el idioma de lado para pasar a la comunicación a través del juego, las sonrisas y las miradas.
Llego la hora de dejar otra familia atrás, o mejor dicho haber guardado esos hermosos recuerdos en mi mochila, vacía de cosas materiales, pero pesada ya de buenos momentos.
De regreso en Nowra nos quedaba una parada, el centro de alto rendimiento de deportes de Australia, en cual fue un tour de unas 2 horas donde pude llegar a la conclusión que con solo un poquito de planificación y orden las cosas imposibles de nuestro país dejarían de existir.
Ya en casa nos esperaba Judy y su hijo Tomy, un verdadero fan de los Rolling Stone ellos nos aguardaban porque en el barrio ese día le hacían la bienvenida a unos nuevos vecinos, por lo que los restantes se arrimaban con sus sillas y comidas para compartir una linda tarde.
Todo tiene un fin y este programa, que más que un programa es una experiencia de vida, de conocer nuevos amigos que con el pasar de los días ya parecían viejos, algunos hasta padres, abuelos o tíos.
Creo que Australia me ofreció lo mejor que tenia así que le estoy eternamente agradecido.
Todo empezó a través de e-mails mitad en castellano y otra mitad en un muy mal ingles ya que era su conejito de indias, por ser el primero en realizar este programa en Australia.
El cronograma que armamos con David, Elizabeth, Lindsay y Judy creo que fue perfecto ya que las dos primeras semanas trabajamos duro en afianzar los conocimientos, estructuras y formalidades del idioma. Luego esa semana sándwich en Melbourne me permitió relajar un poco la cabeza, ya que es un proceso que necesita mucho esfuerzo.
En Nowra fue muy bueno lo referente a hablar con cantidades de personas, vistas a colegios, museos, y todas las actividades que realizamos.
Les agradezco a estas familias mentoras de mi nuevo idioma. Mi misión es seguir y promover esta excusa que formalmente llamamos SYLE para vivir, conocer y disfrutar nuevas experiencias.
Les cuento que luego de Nowra, Sydney fue mi próximo destino donde me encontré con dos amigos míos, con los cuales planeamos y concretamos un viaje por toda la costa este de Australia pasando por lugares de ensueño como Byron Bay, Noosa , Rainbow beach, Fraiser island, Airlie beach, Whitsunday island, finalizando en al parte Noreste de Australia, la cuidad de Cairns donde me volví a quedar solo y tuve la necesidad de buscar trabajo siendo una plantación de bananas mi morada por un mes y medio, rodeado de selva y de millones de anécdotas para contar.
Luego y con los frutos del trabajo, Nueva Zelanda fue el destino donde con un auto, carpa y equipo de campamento nos recorrimos tanto la Isla Norte como la Sur.



Me despido solo con agradecimientos, porque hubo muchas personas que colaboraron es esto, desde mis amigos SERVAS de Córdoba, buenos aires, San Luís, Rosario, y Argentina, hasta gente que no llegue nunca a conocer personalmente pero me ayudaron como si fuéramos íntimos de toda una vida.
También agradecer a mi familia, amigos, conocidos y desconocidos, que el destino me cruzo en frente.
Les cuento un secreto: “luego de vaciar la mochila de recuerdos tengo el corazón inmensamente lleno”

Saludos, Julián Demo (SYLE 2010)